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Información sobre el ictus

¿Se puede evitar un ictus?

enero 17, 2016 By Pepe

El ictus se asocia a los estilos de vida y determinadas enfermedades de carácter crónico que ocupan un importante lugar dentro del cuadro de salud de casi todos los países y que se consideran en su conjunto como los factores de riesgo para padecer de ictus.

 

En España se encuentra entre las primeras causa de muerte así como entre las primeras causas de discapacidad permanente en la edad adulta. De hecho aquellos que sobreviven padecen secuelas cardinales que limitan las actividades cotidianas.

 

El 75% de los casos de ictus que se reportan en España afectan a las personas que tienen más de 65 años lo que genera una profunda preocupación para el futuro si tenemos en cuenta que según las previsiones demográficas, a la altura del 2050 se prevé un incremento significativo del envejecimiento poblacional, acarreando por lo tanto, sustanciales aumentos del número de personas afectadas por ictus, con su incuestionable impacto en la sociedad que lo acompaña.

 

Teniendo en cuenta  su forma de presentación que se caracteriza por ser súbita e inesperada,  pudiera llevarnos a la conclusión desacertada de que es una catástrofe imprevisible. Lejos de eso en la mayoría de los casos no resulta así. Podemos considerar que el ictus es la consecuencia final del acúmulo de hábitos que afectan el estilo de vida personal que resulta poco saludable, y que se convierten en los llamados  factores de riesgo.

 

ictus

Cuales son los factores de riesgo que pueden provocar un Ictus

 

¿Cuáles son los más importantes y frecuentes factores de riesgo?

 

El hecho de reconocer a un evento como factor de riesgo que determinan el que una persona posea el peligro potencial de sufrir una enfermedad vascular se convierte en un hecho trascendente por cuanto afecta la vida futura de esa persona o su estado de salud.  Pero mucha más importancia adquiere cuando resulta incuestionable que los factores de riesgo son prevenibles.

 

El hecho de que sea posible su prevención, sin lugar a dudas, lo impregna de un valor agregado que lo transforma en un acontecimiento esencial para el devenir futuro de este ser humano, de ahí que interiorizar, y más aún, adquirir la cultura necesaria al respecto se convierte en una llave de vida que nos place compartir con Ustedes.

 

Valga la vigencia de este mensaje si tan solo logramos motivarte para indagar acerca de este acuciante tema de capital jerarquía.

 

De ahí que es más que  importante resulta imprescindible conocer los factores de riesgo que te pueden afectar y de hecho conocer cómo evitarlos y tratarlos. Entre estos factores de riesgo encontramos:

 

  • Alcoholismo
  • Hipertensión arterial
  • Obesidad
  • Sedentarismo
  • Tabaquismo
  • Diabetes mellitus
  • Hipertrofia ventricular izquierda
  • Hipercolesterolemia (aumento de las grasas en forma de colesterol en sangre)
  • Hipertrigliceridemia (aumento de las grasas en forma de triglicéridos en sangre)
  • Hiperuricemia (aumento del ácido úrico en sangre)
  • Cardiopatía isquémica (enfermedad del corazón causada por la falta de sangre que le llega al musculo cardiaco)
  • Claudicación intermitente
  • Fibrilación auricular (enfermedad del corazón)
  • Ataque isquémico transitorio   
  • Estrés

 

Detengámonos en cómo se comporta cada uno de estos factores de riesgo.

Alcoholismo

 

Se denomina alcoholismo al excesivo consumo de alcohol, que de forma prolongada crea dependencia del mismo.

De ahí que se considere como una enfermedad de carácter crónico ocasionada  cuando la ingestión de bebidas alcohólicas se hace incontrolable y ajena a la voluntad del ser humano. Esto hace que se afecte la salud mental y física, interfiriendo en las relaciones tanto sociales como familiares.

¿Cómo se relaciona el alcoholismo con el riesgo de padecer un ictus?

 

La relación entre alcoholismo e ictus está en correspondencia con la dosis de bebidas alcohólicas que se consume así como con la graduación de estas. En otros términos, bebidas de alta graduación contribuyen de forma más acentuada a que se desarrolle un evento conducente al desarrollo del ictus.

 

Se plantea que si el consumo de alcohol es moderado se puede considerar que influirá de forma positiva conllevando la reducción del riesgo de padecer un ictus, en tanto el elevado consumo de alcohol se asocia con aumentos relativos de tener un ictus.

Hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, fibrilación auricular, hipertrofia ventricular izquierda

 

En el transcurso de los últimos años, se ha logrado reducir lentamente el número de casos de ictus y en paralelo disminuir sustancialmente la mortalidad hasta el 50%.  En buena medida se puede atribuir al control de uno de los factores de riesgo de mayor importancia: la hipertensión arterial.

 

De hecho la hipertensión arterial ocasiona aproximadamente el 40% de los casos de ictus que se producen. Padecer de hipertensión arterial  aumenta en el orden de cuatro veces la posibilidad de sufrir un ictus. Esta es una enfermedad determinada por el incremento de la presión de la sangre que dependerá de la fuerza con la que el corazón impulsa la sangre y de la resistencia que ejercen las arterias. La contracción del corazón genera un latido que se corresponde a este evento del fisiologismo humano en correspondencia con la capacidad de contraerse que se expresa en el musculo cardiaco. Esta contracción del corazón se conoce como sístole, y es la presión máxima; cuando el corazón se relaja se produce la diástole, y es la presión llamada mínima. Cuando la presión supera 150 de máxima y 90 de mínima, se habla de hipertensión. Cifras que se alejen de estas deben ser objeto de atención de su médico.

Como podemos evitar un ictus

La cardiopatía isquémica es uno de los factores de riesgo del Ictus

 

La presión arterial no tiene valores constantes, sino que sus valores están afectados por diferentes estímulos que responden al fisiologismo humano. Así encontramos que se incrementa con el dolor, el frío, el miedo, la actividad sexual el ejercicio, las emociones y disminuye durante el sueño. Es así por lo que para diagnosticar que una persona padece de hipertensión debe existir un registro prolongado de cifras de presión arterial fuera de los límites establecidos.

 

Este aspecto, con la edad, se convierte en un factor a considerar dentro del cuadro de salud de todos aquellos que tengan más de 50 años de edad lo que determina que se debe monitorear las cifras de tensión arterial como mínimo una vez al año.

 

En estos escenarios aquellas personas que padezcan enfermedades cardiovasculares y en particular aquellas relacionadas con la arteriosclerosis, y en particular  de las arterias coronarias, como pueden ser las llamadas cardiopatías isquémicas, es decir  el infarto de miocardio y la angina de pecho entre otras, tiene mayor riesgo de padecer de un ictus. Esto se relaciona con las causas aterotrombóticas ocasionando los denominados ictus isquémicos.

 

Pero si estos problemas cardíacos transitan con tipos de arritmias específicos, como pueden ser la fibrilación auricular, el riesgo se incrementará de forma desmedida. Su tratamiento oportuno conducirnos a que se reduzca la mortalidad hasta en un 70%.

¿Cómo influye la enfermedad cardiovascular en el riesgo de sufrir un ictus?

 

Las arterias se hacen más gruesas y tortuosas a la vez que se endurecen en la misma  medida que sufren el embate de la presión alta de forma prolongada, lo que genera dificultades para el paso de la sangre lo que incrementa el riesgo de que se dañen y finalmente se rompan los vasos sanguíneos lo que conlleva la posibilidad de que se presenten episodios hemorrágicos, fundamentalmente en el cerebro con el subsiguiente peligro para la vida de la persona. Esto es lo que se reconoce bajo el calificativo de ateroesclerosis y arterioesclerosis. Pero no es sólo en el cerebro donde se producen estos efectos de la presión arterial elevada, sino que también pueden aparecer en otros órganos claves para el normal funcionamiento de los seres vivos,  como puede ser el corazón, y es el caso ocasionando el cuadro propio de un infarto o angina de pecho.

 

También pueden quedar afectados los riñones determinando la presencia de una transformación en su funcionamiento, dando lugar a la insuficiencia renal.

 

Si se afectan los vasos sanguíneos de las extremidades inferiores o se presenta  una circulación insuficiente o que se pueda considerar de mala determina que se presente dolor al caminar.

¿Cómo tratar la enfermedad cardiovascular?

 

Una vez que se padece hipertensión lamentablemente no admite cura, tan solo en algunas ocasiones que la persona sufre de la llamada hipertensión secundaria, mas sin embargo existe la posibilidad de controlarlo. Para lograr la reducción de las cifras de presión arterial, es necesario que se siga un tratamiento de forma sistemática, y de esa forma obviar las consecuencias que tendrían lugar como resultado padecer de la presión alta.

 

En esta dirección, cuando se habla de un tratamiento para mantener controlada la presión arterial no tan solo nos referimos al uso de medicamentos sino que en algunas personas, como es el caso de la hipertensión ligera, la aplicación de una dieta específica y  de algunas normas que modifican el estilo de vida puede resultar suficiente para el adecuado control de la presión. Algunas de estas normas son:

 

  • Control del peso corporal
  • Disminuir el consumo de sal
  • Controlar las grasas en las comidas
  • Eliminar la ingestión de bebidas alcohólicas
  • Eliminar los hábitos de vida sedentaria incorporando la práctica sistemática de ejercicios u otras actividades físicas al menos 3 veces por semana o incrementar la actividad cotidiana aumentando el caminar o el uso de la bicicleta sustituyendo el uso del coche, subir y bajar escaleras en vez de usar el ascensor
  • Dejar de fumar
  • Evitar el estrés
  • Controlar la diabetes en el caso de padecerla
  • Establecer medidas para el control del colesterol

 

 

Obesidad

 

La obesidad se ha convertido es un problema de salud de máxima importancia al punto que ha llegado a considerarse como la epidemia de este siglo. De hecho se vincula con otras muchas enfermedades, como pueden ser, la hipertensión y la diabetes.

 

Se refiere en la bibliografía especializada que la obesidad aumenta el riesgo de sufrir un ictus en el orden de 2,5 veces; relacionándose con el índice de masa corporal.

Cuidar el peso en límites aceptables resulta determinante para mantener el apropiado funcionamiento del ser humano como un todo único y armónico, y en particular del metabolismo, de los vasos sanguíneos y en general de todos los órganos de los seres humanos.

 

Para definir si nuestro peso corporal se encuentra dentro de los límites normales se debe dividir el peso corporal en KG. entre la altura en centímetros elevada al cuadrado (IMC=Peso Kg/m2) y así obtendremos el índice de masa corporal (IMC). En términos generales se define como un peso normal aquellos valores que se encuentren entre 18,5 y 24,9. Fuera de este rango existirá peso insuficiente o sobrepeso.

 

Peso insuficiente < 18,5-24,9 > Sobrepeso

¿Cómo podemos mantener un peso normal?

 

El arte de lograr un peso corporal dentro de estos límites que se consideran como  normales, debe estar fundamentado en cuidar que el balance energético de lo que comes y gastas sea el adecuado y se mantenga equilibrado. En otros términos, si ingieres alimentos que proporcionan  mayor cantidad de calorías con relación a las que gastas sobreviene la ganancia de peso fuera de los límites aceptables.

 

Debe existir un equilibrio que mantenga la proporcionalidad en esta ecuación:

 

Calorías ingeridas = Calorías gastadas mediante actividad física.

 

En otras palabras si necesitas bajar de peso debes inclinar la ecuación hacia disminuir las calorías que se obtienen mediante la ingestión de alimentos, pero a su vez incrementar el consumo de calorías a través de ejercicios y actividad física en general.

 

Al contrario, si aumenta la ingestión de calorías con relación a las que gastas,  aumentará tu peso corporal, debido a que estas calorías, al no quemarse, se almacenarán en forma de grasa en el tejido celular subcutáneo.

Errores que no debes cometer

 

Hay muchas ideas equivocas en torno a lo que debe ser considerada una alimentación adecuada en aras de evitar la obesidad. Algunos de los errores que con mayor frecuencia se cometen están relacionados con considerar que:

  • Las frutas no son ricas ni en grasas ni en azúcares por lo que se considera que no engordan. Por otro lado los azúcares de las frutas se absorben más lentamente facilitando la transformación metabólica.

 

  • El agua no aporta calorías a la dieta de ahí que no esté demostrado que la ingestión de agua durante las comidas engorda

 

  • Es erróneo eliminar los carbohidratos de la dieta en aras de perder peso.

 

Sedentarismo

 

El ejercicio físico puede contribuir de forma muy positiva en torno a los diferentes factores de riesgo asociados con el desarrollo de ictus. Se reporta que aquellas personas que llevan una vida sedentaria al tener poca actividad física, tienen valores de presión arterial muy superiores a las personas que despliegan mayor actividad física.

 

La práctica de ejercicios físicos contribuye también  al control de los niveles del colesterol llamado “malo” (LDL), sino que aumenta la concentración del colesterol “bueno” (HDL). A su vez apoya el control del peso corporal y en función de prevenir la aparición de la diabetes.

 

Es así como la práctica del ejercicio físico a favor de luchar contra el sedentarismo se convierte en un componente fundamental en todo programa orientado a disminuir el riesgo de padecer de ictus o cualquier enfermedad vascular.

Prevenir practicando ejercicio físico

 

No siempre es factible introducir para todas las personas la práctica de los ejercicios físicos y debe ser objeto de evaluación de forma personalizada por parte del médico. Esto aflora con gran fuerza si se padece de una enfermedad de base, como pudiera ser una enfermedad coronaria, en la que aparecen molestias fortuitas en el pecho, que se acompañan de mareos al realizar cualquier actividad física expresándose con manifestaciones de cansancio que se presentan con frecuencia.

 

Otro aspecto a considerar es la edad. Si la persona tiene más de 40 años de edad y  no practica ejercicios de forma sistemática de forma precedente y se pretende iniciar una actividad física de cierta intensidad, resulta aconsejable que exista la pertinente evaluación por el medico de forma previa. La actividad física de moderada intensidad como puede ser el caminar, practicar en bicicleta estática no requiere una evaluación previa y debe ser una parte más de nuestra actividad diaria.

 

Para identificar si la intensidad de la actividad física que se realiza es recomendable se puede establecer el control del pulso radial, en la muñeca, o a los dos lados del cuello y de esta forma reconocer si el nivel de entrenamiento es suficiente. Esta evaluación debe hacerse de forma  inmediata después de detener la sesión práctica de ejercicios. Este proceder es extraordinariamente sencillo pues se cuentan los latidos que se presentan durante 15 segundos y al multiplicarlos por 4 se calcula los latidos en un minuto.

 

Si al término del minuto los latidos registrados se encuentran por encima de lo recomendado se debe disminuir la carga de ejercicios hasta que el entrenamiento genere las condiciones adecuadas para que el cuerpo tolere la carga de ejercicios sin alterar o modificar el ritmo cardiaco.

Hábito de fumar o tabaquismo

 

El hábito de fumar genera enfermedades, sobre todo aquellas que están relacionadas con la función respiratoria y cardiovascular. También crea dependencia física y psicológica.

 

De hecho el consumo de tabaco se considera que es la causa más significativa de muerte prematura, fundamentalmente dado por su relación con la arteriosclerosis, las enfermedades cardiovasculares y el ictus, todas ellas de carácter prevenible.

 

Frecuentemente el consumo de tabaco se acompaña de la presencia de sustancias tóxicas asociadas al tabaco como son la nicotina y el alquitrán que ocasionan tos, náuseas y en ocasiones vómitos.  

 

En particular la nicotina genera adicción y dependencia tanto física como psíquica, lo que produce síndromes de abstinencia física así como psicológica al abandonar el hábito de fumar.

Diabetes mellitus

 

La insulina es la hormona encargada de regular el uso metabólico de la glucosa que ingerimos con la dieta. De ahí que si existe la producción insuficiente de esta la consecuencia estriba en aumento de la concentración de glucosa en sangre, lo que se reconoce como hiperglucemia. Esta situación conlleva la existencia de alteraciones en las transformaciones metabólicas de los lípidos y las proteínas.

 

Entre los síntomas fundamentales que caracterizan la diabetes encontramos las llamadas “5P” que se caracterizan por:

 

  • Poliuria: orinar en exceso
  • Polifagia: incremento inaudito de la necesidad de comer,
  • Polidipsia: aumento de la sed
  • Pérdida de peso
  • Pérdida de fuerza

 

Se reporta que en el orden del 20% de las personas que han sufrido un ictus padecen de diabetes. De cualquier manera, independientemente de ser una enfermedad de carácter crónico, los diabéticos que mantienen un riguroso control de su enfermedad presentan menos probabilidades de sufrir un ictus que aquellos que no lo cumplimentan de forma sistemática.

 

Se señala, en la literatura médica, que las mujeres diabéticas tienen mayor riesgo de sufrir un ictus sin embargo no se existe correspondencia similar para los hombres.

 

Estrés

 

La vida moderna es de por si estresante. En la era digital estamos permanentemente enfrentados al estrés, estamos persistentemente comunicados en las redes, si entramos en paro, si se vencen los pagos, entre otros muchos factores que nos  pueden conducir al peligro potencial de sufrir un ictus.

 

Es reconocido el papel perjudicial que infunde a nuestra vida diaria el estrés no controlado con sus secuelas negativas ya conocidas en la salud cardiovascular que de conjunto con otros factores biológicos o ambientales, incrementa por cuatro el riesgo de sufrir ictus.

Cómo disminuir el estrés…

 

Al respecto se recomienda ejecutar actividades que se pueden considerar como relajantes de forma sistemática para combatir el estrés. A su vez se debe aplicar las llamadas herramientas contra el estrés, como es la psicoterapia, que  puede contribuir en reducir los niveles de ansiedad.

 

¿Podemos afirmar que siempre resulta posible prevenir el ictus?

 

Existe un denominador común para los llamados factores de riesgo del ictus, y es que los vasos sanguíneos resultan la diana de las agresiones que formulan su lamento al expresarse en forma de ictus después de soportar el impacto de un daño continuado y sistemático.

 

Actualmente se encuentran bien tipificados e  identificados los factores de riesgo más cardinales relacionados con el ictus. Los menos, por su naturaleza, no se pueden modificar; como es la edad, pues nadie duda del potencial incremento de riesgo de sufrir un ictus a partir de los 60 años. Otro aspecto que no es objeto posible de prevenir es el sexo pues de hecho el ictus aparece con mayor frecuencia en los hombres con relación a las mujeres, aunque se reporta que la mortalidad es superior en estas últimas. Si coexiste historia familiar de padecer de ictus o simplemente el haber sufrido un ictus con anterioridad se convierte en otro elemento a considerar dentro de los peligros potenciales de sufrir de ictus.  Un elemento controvertido y no aceptado por todos es el factor racial esgrimiéndose que la raza negra tiene predisposición a padecer un ictus.

 

Lejos de estos aspectos mencionados, en términos generales, podemos aseverar que afortunadamente, se puede ejercer acciones de carácter preventivo sobre los denominados factores de riesgo que predisponen a padecer de ictus, y de esa forma disminuir de manera significativa el número total de personas que padecerán de ictus.

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